Cuando cierres los ojos a lo de afuera verás que ese
silencio y oscuridad que es tu esencia primera siempre fue tu primera casa, el
lugar en el que siempre estás.
1 de diciembre de 2011
Cada centímetro de tu cuerpo es bañado por la lluvia, yo,
desde el olvido ciego del desierto, pienso en tus labios y rezo a dioses que
han muerto en la oscuridad de mis sueños.
(2 de diciembre de 2011)
El gajo de la mandarina explotó dulcemente en mi boca...,
sentí un universo de luz bajar por mi garganta y desde entonces no puedo dejar
de sonreír.
(3 de diciembre de 2011)
Al caer los primeros copos de nieve sobre tu pelo, tu cuerpo
se hizo caricia, todo él una enorme y magnífica caricia... Yo te observaba
desde lejos, te observaba y sabía que aunque nunca llegaríamos a conocernos yo
no te podría olvidar.
(4 de diciembre de 2011)
Olvidé aprender lo más importante y ahora por fin quiero
aprender a olvidar.
(5 de diciembre de 2011)
En la mañana un pensamiento suspiraba, el cerebro, que ya
era cometa, quería resetear el mundo, y todo mi cuerpo buscaba entender la
sustancia primera de las cosas.
(6 de diciembre de 2011)
No hay días tristes o alegres, sólo hay "días",
todos espléndidos y perfectos a su manera, son nuestros ojos, alentados por el
corazón, los que deciden ver un día como
"triste". La tristeza, como la
alegría, siempre se lleva dentro y nada de fuera puede "obligarnos" a
sentirla.
(7 de diciembre de 2011)
...y hoy decido que este día sea luminoso y que mis ojos
vean la belleza del mundo en cada gesto, en cada calle...
(8 de diciembre de 2011)
Hubo un oscuridad profunda que se metió en mi corazón siendo
niño..., hoy el niño dentro de mí entiende que esas sombras eran necesarias
para disfrutar de la luz que siempre acaba llegando porque nunca había dejado
de iluminarnos, simplemente estábamos mirando hacia otro lado...
(9 de diciembre de 2011)
Abrir el mundo con la punta de tus dedos, cerrar los ojos al
odio y abrir el corazón a lo único que es cierto, respirar profundamente el
maravilloso frío mañanero de diciembre, sentir, al fin y al cabo, que todo
esto, pero todo todo, hermano, todo merece la pena y que la guinda del pastel
es, por supuesto, haberos conocido.
(10 de diciembre de 2011)
Me encanta sentir el tacto de la lluvia en la cara, me
recuerda que en otras vidas fui musgo y roca y montaña y acaso ola perdida en
el mar...
(11 de diciembre de 2011)
Ese pedacito silencioso de tu mente te recuerda una y otra
vez qué eres y de dónde vienes si te paras a escuchar...
(12 de diciembre de 2011)
Creíamos haber aprendido qué era la vida, nos amábamos y el
resto del mundo nos daba igual, pero aquella tarde comprendimos que sólo se ama
de verdad cuando entendemos que el resto del mundo no es diferente de nosotros
y que todos somos amantes en una misma realidad.
(13 de diciembre de 2011)
En tus ojos el silencio cobra sentido y estas palabras, al
fin, estallan suspirantes buscando la paz del olvido.
(15 de diciembre de 2011)
La libertad no consiste en hacer lo que nos dé la gana, la
libertad es la claridad de consciencia que nos permite hacer lo que hay que
hacer a pesar incluso de nuestros temores y limitaciones psicológicas y
emocionales.
(16 de diciembre de 2011)
Hoy me arranco de los ojos el odio, la ira y la tristeza y
lo que veo, al fin, me ilumina.
(17 de diciembre de 2011)
Desde el silencio abro mi corazón a todo sonido y una vez
dentro de mí, cada matiz me recuerda lo olvidado: siempre he sido el universo.
(18 de diciembre de 2011)
Si te acercas y me abrazas yo te acariciaré el corazón, y si
me besas, querido hermano, me transformaré en canción.
(19 de diciembre de 2011)
Poco queda en esta orilla cuando dejar que todo fluya hacia
lo único que es cierto y real. Hoy sigo el camino del olvido y así empiezo a
recordar quién soy y para qué he venido. Para daros un abrazo, un beso y un
trocito de mi corazón a todos vosotros, amados amigos.
(20 de diciembre de 2011)
Ella vino de las tierras de los muertos y mi corazón,
silencioso ante el milagro, supo que, al fin y al cabo, el que había muerto era
yo.
(22 de diciembre de 2011)