martes, 11 de mayo de 2010

JESÚS YACE CON MARÍA MAGDALENA POR PRIMERA VEZ

Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el Libro III Los ojos de María Magdalena.


The sky was Bible black in Lyon
when I found the Magdalene,
She was paralysed in a streetlight
Shed refused to give her name.

And from glowing tongues of candles I heard her whisper in my ear.
“J’éntend ton Coeur”
(Marillion, Bitter Suite)


Aunque aparentemente
lo sea,
no es esta,
amada mía,
la primera vez
que el amor
une nuestros cuerpos.

Yo
te he amado
desde siempre.

No es esta,
agua que quita
toda sed
y cierra todas
las heridas,
la primera ocasión
que somos una misma piel.

Yo
te he querido
desde el principio de los tiempos.

Pero hoy siento
el silencio
de la creación
en cada latido
de tu corazón.

Pero hoy pido
que este segundo
se rompa en pedazos
y este momento
se fije
para siempre
en tu rostro
que es el mío.

Y he visto
la sima del Tiempo
en la forma
de tus senos,
he visto
la resurrección
de los muertos
en las llamas
de tu fuego,
he visto
en cada movimiento
el principio
de la vida
y también
su último aliento.
Tus labios
fueron la dulzura misma
destilada en un momento.

Saber que nada más
hay ya
que no seas tú,
mi amada,
que ya nada es otra cosa
que el amor
que me das
sin ser tuyo,
ni de ninguno de los dos.

Saber esto
ha sido
mi Revelación:
que el Amor
es lo que queda
cuando callan
nuestras voces
y dejamos de pensar
en lo que ha sido
o acaso será.

Y mañana
y pasado mañana
y la mañana que venga
tras esa mañana,
todas las mañanas del mundo
serán ahora un canto de Vida
y una palabra de Esperanza.

El Padre que es Madre
me ha llevado hasta ti,
hasta tus ojos,
hasta tu misterio,
hasta el Cuerpo de los cuerpos,
el alma misma del Alma,
y por ello
toda la Creación
hoy yace en calma,
como nosotros
tras el baile del amor
profundo,
el valle luminoso
de perdernos
el uno dentro del otro
y ser el Ser originario
en cada célula,
en cada suspiro,
en cada centímetro de piel
húmeda por el sudor
que es la savia de la Vida.

Nada más importa
ya,
nada que no sea el
Amor,

la última Verdad

que es también
la primera.

martes, 4 de mayo de 2010

EL CRISTO SUEÑA QUE ES MUJER

Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el libro III Los ojos de María Magdalena.

La verdad os hará libres (Juan, 8-32)

Para mi amiga Merche, por apuntar, ella también, a lo único que importa, la primera y única Realidad:
La VERDAD.


Jesús,
el hombre,
hoy es el
Cristo
y sueña que es mujer.

Siente
cómo
sus senos
llevan
la savia misma
del universo,
la leche primordial
que sacia para siempre
al sediento de amor y
al hambriento de bondad
con la primera, única
VERDAD,
el verbo primigenio
hecho carne
a través de la FELICIDAD.

Siente
su sexo
florecer internamente
mientras palpita
en su vientre
el Hijo
del Padre
que sueña
que es mujer.

Hoy Jesús
cede su máscara
de hombre
para ponerse la de mujer.

Sabe que es la manera
de sentir lo que ellas
sienten,
de amarlas no por lo qué son
o tienen o dejan de tener
sino porque simplemente son
una manifestación del SER,
encarnación divina
de Aquello que siempre ES.

Su cuerpo de hombre
ya no desea mujer alguna,
pues él mismo es
el cuerpo de la mujer.

Y así,
en el sueño,
se diluye
gozoso
en ese abrazo
íntimo,
es gota de lluvia
en el océano
del Tiempo,
aliento de vida,
estertor de muerte,
la serpiente y el águila
unidas en la
cópula imposible
de la tierra con el cielo.

Y sueña y sueña y sueña…
Jesús, el hombre,
el Cristo,
es ahora la Madre Universal
y en su boca
lleva el mensaje
del Padre que es a su vez la Madre,
de la Madre que lleva dentro de sí al mismo Padre,
el Andrógino perfecto que incluye todos los sexos
y que, lejos de identificarse con alguno de ellos,
define a los que en el mundo han sido,
los nacidos y los que habrán de nacer.

El mensaje
es dulce miel
en labios del amado,
el néctar sangrante
de la herida del
Amor,
es la seda en los ojos
que alivia el dolor
y cura la ceguera,
es la flor del alma
que perfuma tu mirada,
es la palabra de
un Dios hombre
que sabe que asimismo
es Diosa
y celebra en cada gesto
su naturaleza redentora.

Y como mujer infinita,
como mujer elemental,
el Cristo
abre por fin sus labios
para decir la VERDAD
y sus palabras son estas:

“Todo lo que es,
es el Silencio
del Amor,

todo lo que ves
si tus ojos ya son alas,
es el Misterio
del Amor.

Mi reino no es de este mundo
que has embrutecido
a base de odio, envidia y agonía
pero desde este mundo
puedes entrar
al reino sin fronteras,
sin principio ni final.
La puerta
siempre ha estado abierta
y el peaje a pagar
es poco para lo que
puedes ganar,
deja ya el miedo,
la pereza de ser quien eres,
deja ya esa coraza
que esconde tu debilidad,
deshecha la máscara
de tu nombre,
olvida lo que de ti
han dicho los demás,
lo malo, lo terrible y lo peor,
pero también lo excelso,
nada de ello es verdad,
nada de lo que te den
los otros
puede en modo alguno
ser la verdad;

ven a mí
tal como eres,
en tu desnudez original,
con tus lágrimas y tus risas
cubriendo tu rostro por igual.

Venid ahora,
hijos míos,
venid y comed
de los frutos de mi boca,
venid y posad
vuestras cabezas en mi pecho,
nada os volverá a faltar.

Sois los hijos de la tierra,
hijas radiantes del mar,
hermanos todos
ante el cielo,
hermanas todas
en la eternidad,
amados todos del mismo modo,
ninguno menos, ninguna más.

Dormiréis el sueño que da vida
y al despertar
vuestra hambre de siglos
será saciada
al degustar
de las sonrisas
de vuestros hermanos
y hermanas.

Tenéis hambre de amor,
¿acaso no es eso?,
tenéis sed de amistad,
¿verdad?
Es normal,
sois amor y sois amistad,
es vuestra esencia,
pero algo os ha arrebatado
los ojos de vuestros ojos
y no veis la Realidad.

La mentira que compartís
en comunión
ha hecho que perdáis
la verdadera Razón.
Por eso os dañáis
unos a otros y,
lo que es peor,
a vosotros mismos
sin piedad.
El padre hiere a su hija,
la madre envenena
el alma de su hijo,
el amante destroza al amado
con palabras armadas,
los maestros y sacerdotes
desgarran sus mentes
en carreras alocadas
hacia el pasado y el futuro
pero sin pasar un solo
segundo en el presente,
y todo el mundo
se consume en una
inmundicia imaginaria.
Pero la habéis imaginado
tan bien
que se ha convertido
en vuestra segunda piel,
así,
la naturaleza originaria
sigue debajo
esperando nacer de nuevo
a la Luz,
la Luz a la que pertenece.

Y yo,
hijos y hermanos míos,
soy la luz del mundo.

Y allí donde yo SEA
la oscuridad no tendrá lugar.

Allí donde haya luz
las sombras no podrán estar.

Venid, pues,
sin demora,
¿por qué retrasar
el festín
que colma el alma
de Luz
y aleja las sombras
del corazón?

Sé que son palabras,
nada más,
es tan sólo la manera
de acercarme a ti
hablando la lengua
de los hombres
hasta que aprendáis
vosotros mismos
el idioma que no conoce
de vocablos ni gramática
pues se articula
con el corazón
y sus sonidos
son los sonidos
de la noche, la tarde y el alba,
del viento, el fuego y el agua.

Entonces,
cuando sepas dirigirte
a tus hermanos
y a ti mismo de esa manera,
dejarás atrás las palabras,
ambiguas siempre y poco claras,
y comenzarás por fin
a ser lo que siempre has sido
pero te has empeñado en negar,
comenzarás así a ser tu mismo
la primera y la única

VERDAD.”