martes, 4 de mayo de 2010

EL CRISTO SUEÑA QUE ES MUJER

Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el libro III Los ojos de María Magdalena.

La verdad os hará libres (Juan, 8-32)

Para mi amiga Merche, por apuntar, ella también, a lo único que importa, la primera y única Realidad:
La VERDAD.


Jesús,
el hombre,
hoy es el
Cristo
y sueña que es mujer.

Siente
cómo
sus senos
llevan
la savia misma
del universo,
la leche primordial
que sacia para siempre
al sediento de amor y
al hambriento de bondad
con la primera, única
VERDAD,
el verbo primigenio
hecho carne
a través de la FELICIDAD.

Siente
su sexo
florecer internamente
mientras palpita
en su vientre
el Hijo
del Padre
que sueña
que es mujer.

Hoy Jesús
cede su máscara
de hombre
para ponerse la de mujer.

Sabe que es la manera
de sentir lo que ellas
sienten,
de amarlas no por lo qué son
o tienen o dejan de tener
sino porque simplemente son
una manifestación del SER,
encarnación divina
de Aquello que siempre ES.

Su cuerpo de hombre
ya no desea mujer alguna,
pues él mismo es
el cuerpo de la mujer.

Y así,
en el sueño,
se diluye
gozoso
en ese abrazo
íntimo,
es gota de lluvia
en el océano
del Tiempo,
aliento de vida,
estertor de muerte,
la serpiente y el águila
unidas en la
cópula imposible
de la tierra con el cielo.

Y sueña y sueña y sueña…
Jesús, el hombre,
el Cristo,
es ahora la Madre Universal
y en su boca
lleva el mensaje
del Padre que es a su vez la Madre,
de la Madre que lleva dentro de sí al mismo Padre,
el Andrógino perfecto que incluye todos los sexos
y que, lejos de identificarse con alguno de ellos,
define a los que en el mundo han sido,
los nacidos y los que habrán de nacer.

El mensaje
es dulce miel
en labios del amado,
el néctar sangrante
de la herida del
Amor,
es la seda en los ojos
que alivia el dolor
y cura la ceguera,
es la flor del alma
que perfuma tu mirada,
es la palabra de
un Dios hombre
que sabe que asimismo
es Diosa
y celebra en cada gesto
su naturaleza redentora.

Y como mujer infinita,
como mujer elemental,
el Cristo
abre por fin sus labios
para decir la VERDAD
y sus palabras son estas:

“Todo lo que es,
es el Silencio
del Amor,

todo lo que ves
si tus ojos ya son alas,
es el Misterio
del Amor.

Mi reino no es de este mundo
que has embrutecido
a base de odio, envidia y agonía
pero desde este mundo
puedes entrar
al reino sin fronteras,
sin principio ni final.
La puerta
siempre ha estado abierta
y el peaje a pagar
es poco para lo que
puedes ganar,
deja ya el miedo,
la pereza de ser quien eres,
deja ya esa coraza
que esconde tu debilidad,
deshecha la máscara
de tu nombre,
olvida lo que de ti
han dicho los demás,
lo malo, lo terrible y lo peor,
pero también lo excelso,
nada de ello es verdad,
nada de lo que te den
los otros
puede en modo alguno
ser la verdad;

ven a mí
tal como eres,
en tu desnudez original,
con tus lágrimas y tus risas
cubriendo tu rostro por igual.

Venid ahora,
hijos míos,
venid y comed
de los frutos de mi boca,
venid y posad
vuestras cabezas en mi pecho,
nada os volverá a faltar.

Sois los hijos de la tierra,
hijas radiantes del mar,
hermanos todos
ante el cielo,
hermanas todas
en la eternidad,
amados todos del mismo modo,
ninguno menos, ninguna más.

Dormiréis el sueño que da vida
y al despertar
vuestra hambre de siglos
será saciada
al degustar
de las sonrisas
de vuestros hermanos
y hermanas.

Tenéis hambre de amor,
¿acaso no es eso?,
tenéis sed de amistad,
¿verdad?
Es normal,
sois amor y sois amistad,
es vuestra esencia,
pero algo os ha arrebatado
los ojos de vuestros ojos
y no veis la Realidad.

La mentira que compartís
en comunión
ha hecho que perdáis
la verdadera Razón.
Por eso os dañáis
unos a otros y,
lo que es peor,
a vosotros mismos
sin piedad.
El padre hiere a su hija,
la madre envenena
el alma de su hijo,
el amante destroza al amado
con palabras armadas,
los maestros y sacerdotes
desgarran sus mentes
en carreras alocadas
hacia el pasado y el futuro
pero sin pasar un solo
segundo en el presente,
y todo el mundo
se consume en una
inmundicia imaginaria.
Pero la habéis imaginado
tan bien
que se ha convertido
en vuestra segunda piel,
así,
la naturaleza originaria
sigue debajo
esperando nacer de nuevo
a la Luz,
la Luz a la que pertenece.

Y yo,
hijos y hermanos míos,
soy la luz del mundo.

Y allí donde yo SEA
la oscuridad no tendrá lugar.

Allí donde haya luz
las sombras no podrán estar.

Venid, pues,
sin demora,
¿por qué retrasar
el festín
que colma el alma
de Luz
y aleja las sombras
del corazón?

Sé que son palabras,
nada más,
es tan sólo la manera
de acercarme a ti
hablando la lengua
de los hombres
hasta que aprendáis
vosotros mismos
el idioma que no conoce
de vocablos ni gramática
pues se articula
con el corazón
y sus sonidos
son los sonidos
de la noche, la tarde y el alba,
del viento, el fuego y el agua.

Entonces,
cuando sepas dirigirte
a tus hermanos
y a ti mismo de esa manera,
dejarás atrás las palabras,
ambiguas siempre y poco claras,
y comenzarás por fin
a ser lo que siempre has sido
pero te has empeñado en negar,
comenzarás así a ser tu mismo
la primera y la única

VERDAD.”

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