De
la dulzura de su labios
nacieron
universos,
estrellas
y
poemas
hoy
olvidados.
Recuerdo
cuán tenue era la luz
del
templo,
cómo
su suave piel
rozaba
mi cuerpo
y
yo sentía el silencio
recorrer
mis venas
en
la certeza de que
nunca
más tendría
sentido
amar
por
amar.
El
zigurat era un mundo
inexplorado
y
el olor a incienso
impregnó
mi corazón
ya
para siempre.
Hicimos
el amor
sobre
una cama
con
forma de luna,
eso
al menos
lo
recuerdo,
hicimos
el amor
oyendo
cómo
fuera
nos hablaba
el
mar,
cada
ola, una palabra,
cada
rayo de sombra,
una
tempestad.
Espero
aquí a que
el
sueño teja nuevas
historias,
espero
por fin
la
llegada de un velero
oscuro
y sin nombre
y
ya nunca más
despertar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario