F. von Stuck, Die Sünde, 1983 |
Hay un número de poemas que se me escriben de una manera muy muy rara y que me superan, no sé ni cómo escribirlos ni cómo no escribirlos: me cogen, me zarandean y pasan de mí y a través de mi, se escriben y ahí se quedan. Luego algún amigo que lo lee, me pregunta, ¿tú que te habías metido pa escribir esto? Y yo, que no me meto nada, simplemente sonrío, luego me piden que se los explique, y nada, no tengo mucho que decir. Suelen nacer de una imagen, de una canción, de un sueño... No me suelen llevar mucho tiempo y cuando los leo al pasar el tiempo no recuerdo nada de ellos y los podría haber escrito cualquier otra persona. Hoy, antes de empezar a trabajar en mis cosas más docentes, me ha pasado con este, que se me ha escrito él solito.
AKASHA SOMBRÍA
por Francisco J. Francisco
Destronado
en su presencia
los
labios mostraban
los
rastros absurdos
de
la vida derramada.
Junto
a su sangre
cerraban
los ojos
los
viejos perros
silenciosos
del dolor
y
la plata suspiraba
con
cierto sabor
a
luna y esperanza.
Con
un gesto
señaló
el fuego,
con
su otra mano
recogió
el puñal.
Levantamos
los ojos
y,
casi desnudos
y
aterrados,
no
pudimos evitar
llorar
al ver
la
extrema crueldad
de
su hermosura.