miércoles, 3 de noviembre de 2010

MARÍA MAGDALENA TRAS SOÑAR QUE CONOCERÁ A JESÚS

Queridos míos, vuelvo a colgar poemas en la Medusa. Ya tengo claro qué quiero hacer con todo esto, la estructura general la vengo a llamar Mundo Medusa o Ciclo Medusa. La idea es revisar varias figuras histórico-míticas femeninas para tocar varios de los temas de género que me "obsesionan". Del libro I ya hablé el domingo en Luna de Agosto, ahora estoy a ver si termino el que sería el libro III, titulado provisionalmente "Los ojos de María Magdalena", el poema que ahora veis lo acabé durante el verano pero hasta hoy no he tenido tiempo de revisar y corregir algunos problemas de ritmo. Puede que no sea la visión definitiva, pero ya me gusta lo suficiente como para compartirlo con todos, creo que tengo que mejorar el final, los tres versos finales, más concretamente, pero ya veremos si la musa se pasa por casa. Gracias a todos por estar ahí, sois mi luz y mi sombra, el fuego que camina gozosos sobre el agua, el inverno que se mece en cada tarde deverano y los rayos de sol que celebran la llegada de la nieve sin pronunciar palabras, sois mis amigos, ahí es nada, las más preciadas presencias en esta maravillosa vida mía que es prestada y que quiere celebrar cada segundo la victoria que significa el haber vivido plenamente al menos un instante tan sólo. Besos para todos. El poema se titula


MARÍA MAGDALENA TRAS SOÑAR QUE CONOCERÁ A JESÚS
Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el Libro III - Los ojos de María Magdalena.

para todos mis amigos, los ya perdidos, los que siguen siéndolo y los que aún no he conocido;
y para aquellos que se hayan considerado mis enemigos o a quienes yo, ciegamente y falto de consciencia, consideré antagonistas, sin ellos, la experiencia plena de esta vida que en mi se manifiesta no hubiera sido tan bella,
tan plena, tan divina
y para una amiga especial que fue alumna por un día, Laura, de quien aprendí algo que no sé expresar con palabras pero que se ha convertido en esencial. Han sido tantos los seres que me han indicado el camino, han sido tantas las señales, que ahora que conozco mi destino no puedo dejar de dar las gracias a todos y cada uno y disfrutar plenamente de la eternidad de este segundo.


Y si te acercas a mi cuerpo
me transmutaré en oro líquido,

si besas mi cintura
nada ya será mío o tuyo,

si abrazas mis ojos con tus besos
sabré al fin volar, y surcaré tus cielos
sin temor a quebrarme los huesos
si hubiera de caer,

si te acercas y me hablas,
una palabra tuya
bastará para que me deshaga
en tu silencio,
siendo así gota de lluvia
que vuelve a ser ola
en tu oceánica presencia,

si amaneces junto a mí cada mañana
nada ya podrá faltarme, nada,

si multiplicas el desierto
pero es un desierto del alma,
infinito y vacío a la vez
para que lo poblemos con calma,
el desierto será mi casa
y mi casa, fuego sin llama,

si lloras lágrimas de sangre,
herido de amor y de vida,
la sangre germinará la carne
y la tierra será saciada,

si sigues junto a mí
tras la muerte
viviré yo también
eternamente,

si acaricias mi espalda,
mis músculos serán flores,
y cada centímetro de mi piel,
reflejos de pura plata,

si eres mi fuego,
mi luz y mi agua,
amado de lluvia,
yo soy, seré, he sido
tu amada de miel y de escarcha,


tu lengua contiene el sabor
de las estrellas,
tus dientes han construido
las grutas del amor
en las simas del olvido,
todo tu cuerpo es bello
no por ser bello
sino por ser tuyo,
por ser en ti parte
del conjunto infinito
de la mirada de Dios
que ahora se abre
en nuestros ojos
y nos deja ver por fin
las cosas como siempre han sido
y que lo único real
es, siempre ha sido
y por siempre será,
el Amor,

hoy dormiré profundamente
pero sin dejar de sentir que lo mejor
de todo es que aún no te he conocido,
sólo te me has revelado en sueños,
no eres todavía,
no en mi mundo, al menos,
pero al ser el que Es
eres hoy y siempre,
ayer, mañana, pasado mañana,
el nunca eternizado
en la memoria del olvido,
el que camina las arenas del Tiempo
sin que el tiempo lo limite,
el guardián de la clepsidra
el que aguarda nunca, nada,
el perfume del silencio
ungiendo tu suave espalda,

yo he de esperarte,
luz que ilumina los caminos,
he de esperarte impaciente,
agua que sacia los destinos,

hoy dormiré profundamente
y volveré a soñar contigo
para estar presta en tu llegada,

hoy me acuesto hambrienta
de ti y de tus besos,
de tu cuerpo infinito
de tu cielo de agua
y del fuego de tu tierra,
hoy me acuesto hambrienta
de tus labios,
del misterio de tus besos,

hoy me acuesto hambrienta,
sí,
pero plena de alegría

porque sé que al despertar,
cariño mío,
me saciaré con tu sonrisa
y que, a partir de entonces,
nada volveré a desear
que no sea estar contigo
y volverte y volverte a besar
por los siglos de los siglos
y por siempre ya nunca jamás,

allí donde estés, vida mía,
allí donde quieras tenerme
siempre habré de estar.

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