miércoles, 14 de abril de 2010

MUJER DE TIERRA

Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el libro II Mujer esencial.

Hoy
he cedido

por fin.

La verde hierba
ha cubierto mi corazón
astillado.

El dolor
se había vuelto en los últimos tiempos
insoportable.

Cerraba los ojos
y la creación misma
se hundía
en cada centímetro de piel,
no dejaba de sangrar
y las heridas crecían.

Abría los ojos
y sólo tu rostro
entre la bruma
me traía algo de paz.

¿Has probado
a ver las estrellas
cuando no están?

Parece una tontería,
pero funciona.

Lo cierto
es que las estrellas
no están
donde tú crees,
no están en ningún lado,
¿sabes?

Cuando aprendes a verlas
según tu voluntad,
el mundo se vuelve enorme,
bestial,
y dejas de tener una casa,
un nombre,
una identidad.

Te conviertes
en la palabra
Creadora
y das la vida
y la muerte por igual.

Soy la tierra,
el barro fresco,
soy la arena mojada
del mar,
soy la simiente
que se fecunda
a cada instante
y a cada instante
se marchita
sin cesar,
soy la boca del infierno,
paraíso terrenal,
soy el alfa y el omega,
soy el amargo principio
y el dulce final,
tierra a cada instante,
polvo primordial...

Pero ven,
mi dulce amante de fuego y de agua,
ve a mí
en la noche,
como lo haría un ladrón
enamorado,
ven a mí
y yace junto a la madre tierra
que todo lo comprende
porque nunca cuestiona ni critica,
simplemente, está.

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