viernes, 16 de abril de 2010

MUJER-PEZ

Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el libro II Mujer esencial.

Mis escamas
tienen cada una
la esencia pura del mar,
la llama sagrada del fuego
del amor,
la arena terrosa
que sustenta las montañas
y el mismo azul
del cielo que está
a punto de estallar

Habito
el océano
del tiempo
y todo lo que
siento
es este
momento.

He recreado
los lenguajes
de los hombres
y las bestias
a través del
silencio abisal.

Con mis distintos
grados de silencio
soy capaz
de escribir
libros enteros
en los que narro
el origen de la vida.

Pero estoy buscando
a la mujer-pájaro
y aquí, en este entierro
de agua salada
no veo forma de encontrarla.

Quisiera sentir sus
pechos emplumandos
palpitando en mis labios
humedos y sedientos.
Quisiera sentir su afilada
boca acariciando mi cuerpo
entero, centímetro a
centímetro.

Por eso cierro los ojos
y rezo a menudo,
más allá de mí
sólo está Dios
y más allá de Dios,
la Nada entera.

Soy verdaderamente feliz
porque sé que la mujer que vuela
será también la que surca
las aguas.
Sé que nos buscamos
porque creemos no estar
juntas,
pero sé también
que ella y yo misma
somos la moneda que sólo
alcanza su valor a través
de sus dos caras,
el niño que ya lleva
en sus juegos al viejo,
la madre que trae a su hijo
con su muerte,
el beso que en su placer
da cabida a la agonía,

somos dos y somos una.

Somos una, sí,
pero también
somos y siempre hemos sido
dos.

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