domingo, 18 de abril de 2010

MUJER TOTAL

Por Francisco José Francisco Carrera
Incluido en el libro II Mujer esencial.

Todo lo que tengo de mujer
lo he tenido siempre de hombre
y al revés.

¿Y qué importa
mi sexo
si en mis venas
llevo la savia
del universo?

¿Y qué importa si amo
a hombres o a mujeres?

Son sólo cuerpos.

Los cuerpos no son nada más que eso,
cuerpos.

Unos son así,
otros de otra manera,
todos son bellos.

Son forma.

Son materia.

Todos dignos de amor.

Y yo,
mujer total y primera,
amo cada cuerpo por lo que es.

Así,
sin esperar más.

A decir verdad,
he recorrido con mi lengua
millones de cuerpos
desde el principio de los tiempos.

Me quedan por recorrer
muchos millones más.

Y he amado a todos y cada uno
como si fuese el más bello,
y cada uno que he tocado
ha sido para mí el primero.

Pero han sido cuerpos,
diferentes,
parecidos,
callados,
ruidosos,
viejos y jóvenes,
claros y oscuros,

cuerpos,

tan sólo eso,

nada más que cuerpos.

Lo que de verdad buscaba
mientras glorificaba con mis besos
cada centímetro de piel,
lo único que me importaba
no eran los cabellos o los huesos
porque más allá de esa frontera
habitaba lo único que en el fondo
ES.

La esencia pura del amor incierto,
la caricia más cierta del sabor secreto.

Eso.

Nada más.

La mujer total
sabe lo que dice.

Ella misma es Eso.

Y tú,
hombre o mujer,
acaso algo intermedio,
acaso nada parecido,
tú,
sólamente tú
que miras hoy
mi mirada
de Medusa,
tú,
sí tú,
mi amante,
mi cielo,
mi alma misma,
tú también eres
Eso.

Eso que eres
es lo que hace que te ame
independientemente de tu forma.

Tus manos son bellas,
sean como sean,
tus ojos son divinos,
tu sexo más precioso
que todo el oro del mundo,
tus cabellos son el fuego,
tus caderas la tormenta,
tu aliento el mismo viento,
todo tú eres un palacio
que encierra la belleza.

Pero no por esos atributos
eres bello,
seas como seas,
ni por tus manos,
ni por tus ojos,
ni por tu sexo ,
ni por tus cabellos,
ni por tus caderas,
ni siquiera por tu aliento.
Lo que te hace bello
es aquello que no muestras
en tu forma,
aquello que está dentro de ti
desde el principio de los tiempos.

La mujer total
sabe de esa esencia
primordial
pues la lleva destilada
en el silencio
que precede a sus
palabras.

¿Eres capaz
de notar
eso que Es,
eso de lo que te hablo?

¿Eres capaz
de sentir mis labios
en tu cuello,
mi voz
susurrando
un "te quiero"?

Qué más da si tu forma
es de hombre o de mujer.

Qué poco importa eso...

Ven y baila conmigo eternamente,
disfruta de la libertad
que el círculo de fuego
nos concede hoy
pues ya no tenemos miedo.

Ya nada nos es ajeno
y todos los misterios del mundo
están en cada uno de nuestros besos.

Ya nada nos parece feo
y toda la realidad que vemos
nos muestra cuán precioso es el universo.

Déjate llevar por las olas
en la cola de la mujer-pez,
vuela a lomos de la mujer-pájaro,
conviértete en nube y besa a la mujer cielo,
arrastrate por el vientre de la mujer-tierra,
arde con pasión en los brazos de la mujer-fuego,
sumérgete hasta el alma misma de la mujer-agua...

Somos todas la misma,
somos una
y miles más.

Somos lo que quieras que seamos:

la roca, lo noche, la muerte,
la vida, el silencio, el mar,
el sueño, la llama, lo oculto,
el beso, la espiga, el puñal.

Somos la luz y la oscuridad más profunda,
somos el pricipio y el final.

Estamos llamando a tu puerta,
¿acaso no nos dejarás entrar?




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